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10.10.11

EL TERROR DE TIM Y SARAH BURTON

2 comments:
 

Mi primer recuerdo de Tim Burton fue con el clásico 'Edward Manostijeras'. Era un niño entonces. Por alguna razón y por condicionamiento familiar, siempre pensé que esa película -que luego se convertiría en una de mis menos favorita de mis favoritas- era de terror. Que sí lo es, pero no desde de la perspectiva en la que se muestra a primeras.

Eduardo Manos de Tijera es una película oscuramente colorida cuya historia transcurre en un precioso suburbio aburrido y monótono que contrasta con un castillo al final del mismo donde habita un científico que ha creado un engendro que en vez de manos, tiene objetos cortopunzantes de gran filo. Fantasía y realidad de primera mano (cortopunzante también) gracias a Tim Burton.
El hecho es que evitaba ver cada que la pasaban en la tv nacional. Pensar en un hombre vestido en cuero cual sadomasoquista y con manos de tijeras me recordaba al entonces temido y muy de moda, Freddy Krueger.

Cuando finalmente me atreví a verla, después de unos años, sucumbí ante ella. La paleta de colores pastelosa que usó Burton a la perfección en el decorado y vestuario (en ese momento no prestaba atención en esos detalles pero me hacía ver la peli más bonita), los extraños cortes de cabello de las señoras, la moderna habitación donde atrapan a Edward robando hizo que les salieran a mis padres las primeras canas luego de tanto pedirles que mi habitación fuera como esa. Pero entre las cosas que más me marcó fue aquella imagen del diablo que Edward poda en el jardín de la doña fervientemente religiosa. Recuerdo que veía esa escena una y otra vez como si de porno se tratase.

Y es que ese era el terror para mi y para muchos en ese entonces. No se entendía, no se reflexionaba, se sentía y punto. Reuniones con amigos repitiendo aquella escena que lograba mover las tripas o erizar los pelos sea de una peli de terror como el caso de Edward o en su defecto, de alguna peli porno alquilada en VHS proporcionaban un placer mórbido. Esa sensación de ver y querer dejar de ver era increible y lamentablemente hoy, esos momentos se atestiguan de diferentes formas.

La última vez que sentí ese terror mórbido fue cuando leí en TFS que la colección de Alexander McQueen sería presentada el 4 de Octubre, hace una semana. Una vez más, mi mente y cuerpo se negaba a ver aquel espectáculo-no-espectáculo al que nos está acostumbrando Sarah. Esta vez no tenía el condicionamiento de mis padres de que sería una presentación de terror. Y digo terror y no placer. Porque aún cuando vacilé por ver la colección, no resultó tan placentera como suele pasar con las pelis de Burton. Ver cada pase me hacía devolverme no para ver lo que no quería ver, sino para reflexionar y pensar qué está pasando con lo que veo. Es terror, del malo.

La pregunta ahora es qué tiene que ver Tim Burton con Sarah Burton? Más allá del apellido, nada. Y mucho. Él es americano, ella inglesa. Pero al momento de ver la colección primavera/verano no pude dejar de pensar en el apellido y en cómo retumbaba en mi cabeza. Como si quisiera encontrar una liason entre el mágico mundo de Tim y el confuso mundo (acuático) en el que se encuentra inmersa, Sarah. El resultado claro, ha sido este post.

En la colección primavera verano 2012 de la casa Alexander McQueen más que las anémonas o seres marinos fue la presencia de ese factor timburtoniano que prevalece en Eduardo Manos de Tijera lo que llamó mi atención: aquella oscuridad rosa, la mezcla de pasteles con el terror sado negro. Conceptos que el mismo Alexander McQueen usó pero no de forma tan obvia.

El contraste de figuras literarias en 'Edward Manostijeras' es la prueba madre de que no siempre los polos opuestos, por mucho que se atraigan, funcionan. Kim es clara, ligera y fresca. Viste de amarillo y usa colillas. Edward en cambio es oscuro, lento y denso. Viste de negro y siempre anda despelucado. Algo como un complemento. Ying yang. Caprichos de niña buena saliendo con niño malo y de ahí al sexo nisiquiera una estimulación de parte de Edward a Kim. Así veo la relación Burton-McQueen.

Cuando pienso en el actual Alexander McQueen pienso en lo que hubiera pasado con Edward si se hubiera quedado a vivir en el vecindario. Le hubieran convertido en un esposo de suburbio de clase media trabajadora, vestido de colores pasteles con visajes de negro latex con una esposa perfecta y un trabajo de 9 a 5. Una adaptación a una vida que no se ajusta a su estética o forma de ver las cosas.
El McQueen de hoy en día es más llevable, es más comercial -dicen. Es el dominio de la hembra sobre el esposo. Es poder femenino desde una mujer para una mujer. Es la mamá de Kim (la vendedora de Avon) y todo el vecindario sobre Edward, quién vestía de negro, de cómo debería verse y vivir. Es el triunfo sobre un genio del corte... de jardinería, peluquería o modistería.

Según he leido desde que sé de Sarah (que fue cuando McQueen se mató) era ella la que le agregaba a las piezas de Alexander el toque femenino porque al parecer a McQueen se le iba la olla y sus piezas eran tan aterradoras que ni indies ni comerciales podían ser. Esa mancuerna de condescencia mutua funcionó, sí, porque McQueen mandaba pero cuando se mató , Sarah mandó esa oscuridad a la porra y saca a flote lo que siempre quiso ver para la casa: una mujer femenina nada aterradora. Ya no es condescendiente. Ahora es ella. Pero no es tonta. Le importa qué dirán los vecinos y se enfunda en máscaras de inmunidad para que crean que lleva el luto de McQueen a pecho (o cabeza).

La horda de fashionistas y conocedores de moda no dejan de alabar y levantar la colección debido a su trabajo artesanal que a mi me ha dejado indiferente; es hermoso, sí, pero insisto que una colección no tiene que ser hermosa sólo por su trabajo artesanal, menos de una casa como Alexander McQueen donde este tipo de trabajo era importante pero no imprescindible para referirse a lo perfecta que era una colección. Y es hipócrita de mi parte escribir esto cuando he venido escribiendo sobre superar muertos y dejarlos descansar que ya gusanos serán pero aún no le agarro el punto a la estética que está presentando Sarah Burton en McQueen. No voy a decir que no es una colección hermosa, porque si lo es pero siento que no ha llevado el nombre más allá de un trabajo artesanal y pseudoetéreo. Si Sarah Burton fuera diseñadora de su propia casa, le alabase pero esto es AMcQueen. Espero que un día el espíritu de McQueen se le aparezca en un arbusto con forma de diablo o con la misma cara de Alexander y se  apodere de su cuerpo y  haga que Sarah cree colecciones y presentaciones de ultratumba.

Por eso me remito a esta película que desciribe perfectamente la situación actual con la casa Alexander McQueen. En la peli, Edward se da por muerto y la vida sigue y de paso hace saber que sigue vivo en los corazones regalándole nieve y frio a los habitantes del suburbio. En el caso McQueen, el hombre se mata realmente. La vida sigue y la moda también y de paso hace saber a los habitantes del mundo (de la moda) que nadie podrá reemplazarle al ver colecciones tan frias y que el filo oscuro de sus manos ha sido reemplazado por manos delicadas.

2 comments:

  1. creo que éste ha sido el post tuyo que más he amado con la vida, es increíble la forma en que explicas todo, carita feliz para ti.

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  2. Quede impresionada por la gran comparación...
    Yo amaba a Mcqueen por lo que era... o más bien por lo que no era... No había encontrado una opinión que reflejara tanto lo que pensaba...

    Un 10!

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