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15.4.13

FESTIVAL ESTEREO PICNIC 2013 / CRÓNICA

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El pasado viernes tuve la oportunidad de ser uno de los 17000 asistentes que disfrutaron del Festival Estereo Picnic en Bogotá, Colombia; evento que reune a artistas de talla internacional en dos escenarios que son disfrutados como su nombre: a modo de picnic.

Mi presencia en el evento fue en colaboración con una emergente marca de ropa que busca promocionarse y posicionarse en el mercado jóven. Mi asistencia allí -además de consultor de la marca- fue el de auxiliar de técnico de mercadeo dirigido, entiéndase, vendedor, lo que me pareció una oportunidad perfecta para interactuar con el público capitalino, entender y analizar un poco su psique y persona, considerando que soy relativamente nuevo en la ciudad. Para ello, cargué con papel y lápiz y mi infaltable cámara para registrar los atuendos, tantos de los que compraban las prendas, como aquellos que llamaran mi atención.

Debo confesar que estaba un poco predispuesto con el público que asistiría. Con el hipsterismo en auge ahora en Colombia, tendencia que va desapareciendo de las revistas y blogs, sabía que la cosa no iba a ser tan sorpresiva. Y sorpresa! No estaba equivocado. Fue desde que abrieron las puertas y la horda de asistentes corrían como en maratón para asegurar sus puestos cerca de la banda/artista que se presentaría, cómo noté la pérdida de identidad colombiana. Por un microsegundo, sentí que estaba en Europa; por otro microsegundo, sentí que estaba en Estados Unidos, pero no, precisamente, estaba en Colombia donde devorar tendencias es... tendencia.

Y cómo no? Si el Festival mismo promueve esta identidad ajena: era sólo acercarse al 'Hippie Market'  (¿qué tal el nombre?) donde, pequeñas y medianas empresas emergentes promovían sus productos en carpas que simulaban ferias gringas, con decorado de luces que llevan inmediatamente a algún pueblo de Estados Unidos, donde jugar a golpear la campana con un martillo y caminar comiendo algodón de azucar es una obligación.
El público asistente al concierto -que se acercaba por curiosidad o con propósitos comerciales al HippieMarket- si pudo en algún momento sentirse como un turista, se sentó como pez en el agua, fascinado con los objetos más extraños que se vendiesen, haciendo preguntas con un acento "snob" y utilizando palabras en inglés en expresiones o hasta en prendas mismas (tshirts, caps) que retumbaban en las carpas de feria gringa pues hablaban con una lentitud que sorprendían porque no coordinaba con su avidez mental: son conocedores de las tendencias de afuera; lo saben y compraban para ser los primeros en lucirlas allí mismo en el evento.

Sorprendido ante la multitud caza-tendencias, no me importó tomar una sola foto de algún atuendo.  ¿Para qué? Si habían cientos de fotógrafos haciendo 'street-styling' (???) a los presentes que de lejos sabían que habrían cámaras documentando a los más llamativos. Los fotógrafos se emocionaban cada que veían a alguien vestido "muy bizarro, muy internacional o en su defecto, muy europeo", palabras de un fotógrafo con el que tuve la oportunidad de hablar. De hecho, debo confesar que tenía intenciones de compartir las fotos que pensaba tomar del evento pero, una vez más, ¿para qué? si en TheSartorialist la llevan mejor. Y hasta en Coachella uno se lo cree más. Aquí sólo quedaron reductos de lo que hicieron las hermanas Olsen en el 2006: parecer brujas, vestidas de negro con faldas interminables y gafas gigantes, pero a modo de falsa insurgencia.

Al final me dediqué a disfrutar de los conciertos, que son la verdadera intención del evento y ciertamente no defraudaron. No hay foto de coolhunting pero sí de los conciertos (con iphone) para que vean lo cerca que estuve y se mueran de la envidia:


(Steve Aoki, Major Lazer y Crystal Castles)



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